Acompañar la tristeza en las niñas y los niños (y en personas de cualquier edad) tiene una dificultad especial: la tendencia a consolar desde la minimización o la negación.
Cuando estamos junto a una persona que se siente triste, muchas veces tratamos, automáticamente, de consolar para reducir el malestar de la persona.
Aportar consuelo es un acto bien intencionado y amable que puede reconfortar la tristeza.
Consolar con frases como “no estés triste”, “se te pasará”, “pronto estarás bien”, etc., no ayuda a procesar la tristeza, no acompañan el proceso necesario de sentirse triste ante una pérdida para poder integrarla.
El consuelo tal como lo conocemos puede ayudar a olvidar la tristeza por un rato, a aplazarla o incluso a reprimirla, pero no contribuye a la elaboración del duelo, a que la persona se sienta comprendida y acompañada ni a que la persona pueda sentirla y procesarla desde la aceptación.
Para acompañar la tristeza desde la empatía, la aceptación y la comprensión, hemos de quedarnos con ella, sosteniéndola con presencia y escucha.
Esto es más complicado que el consuelo, pues sostener procesos de tristeza nos remueve, nos pesa, nos conecta con nuestras propias tristezas.
Pero es ésta la manera de acompañar la tristeza desde la aceptación y el sostén emocional.
Mónica Serrano Muñoz
Psicóloga