¿Habéis visto el meme de la madre que responde al teléfono y dice “te devolveré la llamada dentro de 5 años”?
Esta imagen da a entender que esa mujer no tendrá 5 minutos disponibles los próximos 5 años debido a su maternidad.
La idea que se transmite es una idea socialmente aceptada de que las mujeres, cuando se convierten en madres, tendrán que renunciar a lo básico como ducharse a diario, comer sentadas a la mesa y con tranquilidad, hablar por teléfono con sus amigas o leer un libro.
Ya no hablamos de viajar, salir a cenar, hacer deporte o ir a la peluquería, no. Hablamos de actividades básicas como comer, asearse o hablar con una amiga.
Es una realidad que cuidar a un bebé requiere tiempo, atención y dedicación.
Sin embargo, la creencia de que es “normal” que la mujer que cría no tenga la posibilidad de asearse, alimentarse o relacionarse con otros adultos adecuadamente me parece una creencia social dañina.
Desde esta creencia, las mujeres vamos asumiendo que esto es “lo normal de la maternidad”, que ha de ser así, que eso es ser una “buena madre”.
Al asumir todo lo anterior, dejamos de cuestionarlo, de plantearnos otras opciones, de buscar referentes más justos.
Estas creencias socialmente transmitidas, propician que se acepten situaciones dañinas para las mujeres.
Es más, muchas veces se romantiza la idea de la “mamá súper atareada que no puede ni ir sola al baño”.
Si lo piensas un poco, es una auténtica locura asumir que alguien va a pasar años sin poder asearse adecuadamente, ir al cuarto de baño sola, comer sin interrupciones, descansar o tener una conversación con otra adulta.
Visto así, resulta cruel y explotador. Sin embargo, se romantiza con la idea de la “buena madre” y se transmite como valor amoroso.
Pero, no nos engañemos, nos lleva a la autoexplotación, el autoabandono y el malestar emocional y físico que muchas mujeres madres acusan.
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Mónica Serrano
Psicóloga