Hay un tipo de manipulación muy sutil que se produce frecuentemente en algunas relaciones y que, a veces, es muy difícil de identificar tanto para el la emite como para el que la recibe.
Se trata de depositar la culpa en el otro cuando de una falta de responsabilidad propia se trata.
Por poner un ejemplo muy simple, un niño pequeño rompe un vaso de cristal. El adulto acompañante lo riñe y se enfada con él por su falta de atención. Pero, en realidad, la responsabilidad del cuidado del material era del adulto, pues los niños pequeños no son aún capaces de ello.
Esto se produce tan frecuentemente por la dificultad de aceptar y reconocer un error propio, pues nos han educado en la penalización del fallo. De esta manera, estamos perpetuando el desarrollo de esta dificultad de aceptar los propios errores en nuestros hijos.
Colocar la responsabilidad de los hechos en la relación de manera honesta y justa, atendiendo y aceptando los errores como parte natural de todo ser humano, tanto los propios como los de los demás. Así, nos relacionaremos como seres humanos auténticos, imperfectos.
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Mónica Serrano Muñoz
Psicóloga Humanista