- La madre perfecta que puede con todo, hace pastel casero sano y manualidades
- La madre desastre que está agotada, prepara algo rápido de comer y deja que sus hijos usen la pantalla para poder ella descansar un rato
- La madre comprensiva, empática, que escucha activamente y acompaña las emociones de sus hijos
- La madre desesperada que grita porque siente que si no, jamás logrará que sus hijos se vayan a dormir
- La madre que no puede más, que se encierra en su cuarto a llorar y desearía salir corriendo sin mirar atrás
- La madre de la paciencia infinita, la que sonríe y apoya
Posiblemente con todas o casi todas.
Realmente, así es: todas estas madres descritas anteriormente (y probablemente muchas más) son maneras de sentirnos, actuar e interaccionar de cada una de nosotras en distintos momentos.
Todas somos esas distintas madres descritas. No somos un solo tipo de madre, somos personas completas en constante transformación, con actitudes variables e inconsistentes y, muchas veces, contradictorias e incongruentes 💕
Asumir que se es un tipo u otro de madre es reducirnos a un modelo estático que no siempre nos representa. Es cerrarnos a nuestra amplitud potencial y a reconocernos profundamente.
Asumir que somos un tipo de madre nos anula como personas en constante transformación, niega partes de nosotras y nos hace juzgarnos desde la polaridad.
Así, es esencial vernos en toda nuestra amplitud, variabilidad, inmensidad… Reconocernos completas nos permite ser más justas y comprensivas con nosotras mismas, gestionar mejor nuestras emociones y sentirnos más seguras y poderosas.
Mírate entera, quiérete entera y no entres en el juego de los prototipos absurdos que refuerzan culpabilizaciones, vergüenzas y frustración.
Mónica Serrano
Psicóloga Humanista