La parte adulta es el Yo presente, en el momento presente,
con lo que está pasando aquí y ahora, con lo actual.
Es la parte aceptante de la personalidad, la que me permite aceptar, porque me pone en el presente, me permite estar conectada con mi realidad actual, desde lo que está pasando, desde lo que estoy experimentando ahora, en el momento de ahora, con mis capacidades de ahora. Esta es la parte adulta.
La parte niña es la que me conecta con el pasado, que me lleva a reacciones desde el pasado, a interpretar desde el pasado, a juzgar desde el pasado, desde esa yo antigua, desde esa yo con menos experiencia porque es anterior.
La parte niña me lleva a valores personales antiguos y entonces me deja en una posición de miedo, de vulnerabilidad, porque me estoy relacionando con el presente desde el pasado, pero por tanto, me estoy relacionando con unos recursos y habilidades y repertorio de afrontamiento mucho menor que el que realmente poseo ahora.
Desde esta parte niña, estoy experimentando desde un lugar que me deja con muchos menos recursos de los que realmente dispongo.
Cuando estoy conectada con la parte adulta, con el presente, estoy en la posición más equilibrada, en el ahora real, en la situación de verdad, con mis recursos de ahora y que no se retrotrae al pasado y tampoco se anticipa al futuro y, por tanto, me permite aceptar de forma fluida, calmada y tranquila.
Sin embargo, generalmente estamos muy conectadas en esa parte niña que es muy reactiva. Es una parte emocionalmente superviviente, que se intenta defender, se siente muy vulnerable, más enfocada en la herida, en la carencia, en la necesidad de ser sostenida por otros e, incluso, en la edad adulta, generalmente, seguimos muy conectadas en la niña.
Esa parte más reactiva y vulnerable es una parte real también en la personalidad, con su razón de ser e importancia, pero hay que ver que en muchas ocasiones con la que hay que conectar es con la parte adulta, por ejemplo, al tomar decisiones.
Si tomamos decisiones desde la parte adulta, desde el presente, desde lo que hay y desde mis recursos actuales, será mucho más fácil, que si tomo la decisión desde la niña asustada, desorientada, indecisa y reactiva.
A la hora de poner límites será mucho más fácil también desde la adulta, que desde la vulnerabilidad de la niña.
La adulta me conecta con la autoestima, la asertividad y el cuidado a mi misma y a los demás, de una manera más equilibrada, que la parte niña.
Generalmente, estamos mucho más conectadas a esa parte niña, al menos las mujeres, en el sentido de la infantilización social de la mujer, que traspasa lo físico y estético y llega a lo emocional, y quedamos muy conectadas en esa parte niña interior, que no es algo a rechazar, pero es algo a equilibrar con la parte adulta.
En consulta, algo que se repite mucho, son mujeres que necesitan trabajar su autoestima, su asertividad, el poner límites, el poder expresar su ira de manera no violenta y esto tiene mucho que ver con esa desconexión de la parte adulta que nos conecta con esa autoestima, asertividad, no violencia y límites.
La reconexión con la adulta nos permitirá integrar de una manera espontánea y muy fluida todas estas habilidades que tanto echamos en falta. Esa calma, esa paz interior, el amor hacia una misma. Todo esto surge espontáneamente desde la conexión con la adulta, de una manera casi orgánica y natural.
La adulta es la que me conecta con el momento presente, con la persona que está en el presente y las circunstancias del presente y esto me permite aceptar, experimentar una vivencia aceptante, mucho más relajada y fluida, porque no estoy en la vulnerabilidad del pasado y tampoco me estoy anticipando al futuro.
La adulta renuncia al pasado, para poder estar en el presente. No juzga, sino que acepta. La adulta siempre me pone en el presente y vive las emociones del presente y no las emociones antiguas de la infancia.
Tienes la opción de ver u oir el vídeo, en el que hablo de todo ello.
Mónica Serrano
Psicóloga Humanista