Todos somos conscientes del daño que las actitudes agresivas o violentas por parte de los padres causan a los niños. Nadie duda de que la violencia física o verbal es muy perjudicial para el desarrollo emocional y afectivo de los niños.
Sin embargo, hay otro tipo de violencia mucho más sutil, mucho menos perceptible que la agresión verbal o física, que puede ejercerse casi sin ser conscientes de ello y que es enormemente dañina para la afectividad y emotividad de los niños: la neglicencia.
Se entiende por neglicencia la falta de atención hacia los niños, el no responder a sus necesidades (especialmente a las afectivas y relacionales). En otras palabras, es no hacerles caso, ignorarles en cierta manera.
Cuando los padres se comportan con negligencia hacia sus hijos, el daño emocional a éstos es terrible. Este tipo de relación genera inseguridad en los niños, bajo autoconcepto, autoestima negativa, indefensión y desconfianza.
Los niños desatendidos por sus padres sienten una gran sensación de desprotección, se sienten indefensos ante el mundo que les rodea. Aprenden a que, haganlo que hagan, no pueden cambiar las circunstancias externas (indefensión aprendida). Por ello, son niños con menos motivación de logro, capacidad de esfuerzo y menos entusiasmo por las tareas.
La necesidad de los niños de ser atendidos por sus padres es mayor cuanto más pequeños son. Así, el bebé necesita absolutamente la atención por parte de sus padres para ver satisfechas sus necesidades. Son los cuidados paternos los que garantizan su supervivencia.
Por ello, el bebé está preparado por naturaleza para expresar sus necesidades. La primera vía de comunicación que posee es el llanto. A través del llanto, el bebé expresa que tiene una necesidad no satisfecha. Por ello, desatender el llanto del bebé sería una incipiente forma de conducta negligente, nada beneficiosa para su desarrollo.
Cuando ignoramos el llanto de un bebé (casi siempre por miedo a malcriarlo), lo que le estamos transmitiendo a ese niño es que no importa lo que haga, que no sirve de nada su esfuerzo por comunicarse, que no sele va a atender. Esto se puede traducir en que se le está dando el mensaje de que su mundo exterior es un lugar hostil, en el que no tiene protección ni seguridad.
Durante los primeros años de vida, el bebé está construyendo su confianza básica, que es el sentimiento que le permite sentirse seguro en el mundo que le rodea. Si, en esta etapa de su vida, se le transmite que su entorno es hostil, el bebé no podrá construir su confianza básica y generará indefensión aprendida.
Por todo ello, es esencial que se respondan a las necesidades del bebé, que no se ignore su llanto, que se le transmita toda la seguridad y el afecto que necesita para su desarrollo.