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La autonomía y la independencia son conceptos que se manejan mucho en el ámbito de la crianza y educación. De hecho son aspectos del desarrollo de la persona que se valoran enormemente.
Se entiende que el desarrollo sano del niño requiere que éste pueda valerse por sí mismo, adquirir recursos personales que le permitan manejarse en la vida sin depender de otros.
En este sentido, el hecho de que una persona desarrolle recursos personales para poder vivir su vida de manera autónoma es obviamente un valor personal interesante, pues le va a posibilitar manejarse sin necesitar el apoyo de otras persona en diversas situaciones.
Sin embargo, el valor que se le ha dado a la autonomía y la independencia de la persona se ha sobredimensionado, otorgándosele una importancia que ha llegado a restarle valor a lo colectivo, a lo social, a la necesidad de interdependencia, de conexión emocional con otras personas.
El ser humano es por naturaleza social, necesita de otras personas para desarrollarse plenamente.
La necesidad de relación es una necesidad básica, asociada al manejo de la persona en diversos aspectos de su vida, pero muy relacionada con el bienestar emocional.
En una sociedad que ha sobrevalorado tanto la autonomía y la independencia, dejando atrás lo social y colectivo, surge una perspectiva de vida individualista que conlleva, en muchas ocasiones, al sentimiento de soledad.
El sentimiento de soledad se asocia al miedo, a la sensación de desprotección, relacionada con la carencia de la colaboración con otras personas, de la interconexión, de la red de apoyo social.
Y esto tiene además una trampa difícil de gestionar, pues debido al elevado valor social que se le ha dado a la autonomía y la independencia, las personas que se sienten solas y desprotegidas, muchas veces se recriminan por ello, se ven a sí mismas como débiles e insuficientes por el hecho de sentir que necesitan compañía y apoyo, invalidando sus sentimientos y, por ende, negando su necesidad.
Esta invalidación del sentimiento y la negación de la necesidad mantiene a la persona bloqueada en su situación, luchando por adaptarse a la soledad, en un intento de ir contra la naturaleza humana.
Con esta reflexión, pretendo dar visibilidad a la urgencia de equilibrar la valoración que le damos a la autonomía y la independencia con el valor que le damos a la necesidad de interrelación.
Capacidades tan importantes para la vida como contribuir al desarrollo de lo colectivo, saber pedir ayuda y buscar apoyo o establecer relaciones colaborativas están quedando en un segundo plano en cuanto al valor que les damos, y esto nos está haciendo perder calidad en cuanto a lo que al bienestar personal se refiere.
En concreto, esto está pesando mucho al colectivo de las madres, que se encuentran intentando criar de manera autónoma e independiente (es decir, solas), sintiendo fuerte la carencia de apoyo y presionándose por aceptar y manejar la situación, terminando por sentirse agotadas, angustiadas y sobrepasadas por una situación antinatural e injusta que recae sobre las madres y sus criaturas en una sociedad que da la espalda con la excusa de la importancia de ser autónomo e independiente.
Mónica Serrano Muñoz
Psicóloga especializada en Mujer, Maternidad y Crianza Respetuosa, Desarrollo Personal
Col. Núm. M26931
Consulta, terapia, grupos de apoyo, asesoramiento
Directora de la formación Maternidad Feliz – Crianza Respetada