Desde que inició la cuarentena y confinamiento y a medida que van pasando los días, cada vez hay más personas que se están sintiendo agotadas, desmotivadas, tristes, sin ánimo.
Muchas de ellas se avergüenzan de este sentimiento, pues se consideran del bando “privilegiado” de esta historia: no han enfermado, no han perdido a ningún ser querido, tienen una casa en la que poder quedarse y medios económicos para subsistir. Y aun así se sienten mal. Y no se atreven a expresarlo porque podrían parecer egoístas, ya que hay mucha gente en peores condiciones que ellas.
Así, muchas personas están viviendo su tristeza en estos momentos “a escondidas”, cohibidas por esa imagen social de persona privilegiada, culpables por la consciencia de que muchos otros están en peores condiciones. Muchas personas no pueden aceptar su tristeza, invalidan sus sentimientos y se juzgan por sentirse mal.
Sin embargo, en la situación que estamos viviendo, creo que estamos dejando un poco de lado una realidad que psicologicamente nos está afectando a todos: el duelo. El duelo es el proceso emocional que atravesamos cuando sufrimos pérdidas. A través del proceso de duelo, integramos la pérdida experimentada.
Generalmente, se asocia el concepto de duelo a la pérdida provocada por la muerte de un ser querido. Sin embargo, los procesos de duelo se atraviesan ante cualquier pérdida importante para la persona. La pérdida de un empleo, el fin de una relación, la pérdida de un proyecto, la pérdida de un estado de salud…
Así, actualmente, en la situación en que nos encontramos, todas hemos experimentado pérdidas en mayor o menos medida. En el peor de los casos, hay personas que han perdido a seres queridos que han fallecido. También hay personas que han perdido su empleo. Hay otras que han perdido sus rutinas cotidianas. También se ha perdido la posibilidad de desplazarse libremente, de estar en contacto presencial con amigos y familiares. Se han paralizado o perdido un montón de proyectos a medio o largo plazo. Y, sobre todo, hemos perdido certezas, sensación de seguridad, sensación de normalidad.
Por lo tanto, muchísimas personas estamos atravesando duelos estos días. Muchas personas que sienten dolor, tristeza, desánimo, rabia…De manera natural, asociado a las diversas pérdidas experimentadas, estamos haciendo duelos, con todo lo que ello conlleva. Y, en muchos casos, no se es consciente de que se está atravesando un duelo y la propia persona trata de negar sus sentimientos, los invalida y se juzga por ello.
En cualquier caso, ahora y no sólo ahora, la sociedad occidental niega el espacio social y personal al duelo, a la tristeza a través de medios de comunicación de masas en las que se potencia la búsqueda forzosa de la felicidad como garantía de éxito en la vida, dejando fuera, por improductivos, a los dolientes.
Los procesos de duelo se caracterizan por ser procesos de quietud, introspección y tristeza, en los que se reduce la producción y el consumo de la persona que lo atraviesa. La sociedad moderna, lógicamente, no tiene espacio ni tiempo para el duelo.
Con todo esto, me parece imprescindible, ahora más que nunca, darle su valor, su reconocimiento y su espacio al duelo, para que las personas en duelo puedan identificarlo, permitirlo y acogerlo sin juzgarse. El duelo no entiende de privilegio.
Mónica Serrano Muñoz
Psicóloga especializada en maternidad y crianza respetuosa