Que una persona se sacrifique por otras está muy enculturizado en la tradición cristiana y el sacrificio, además, se nos ha transmitido como valor, como algo positivo, generoso y propio de ser muy buena persona.
Esta cultura del sacrificio en las madres se ve muy claramente. Nos sacrificamos constantemente por nuestras familias, como algo normal, natural, positivo, que ha de ser así, sacrificando las profesiones, ocio, intereses culturales, descanso, salud, vida social, vida familiar más allá de la familia nuclear, la vida académica, renunciando a prácticamente todo por los demás. Por la familia.
Es importante que revisemos esto, porque estas renuncias constantes parten de una estructura social injusta, las mujeres tienen que renunciar y sacrificar.
A veces no somos conscientes pero seguimos porque no nos queda más remedio, y si seguimos renunciando y sacrificando, vamos a vivir con mucho malestar, con sensación de injusticia y rabia.
Me llegan muchísimas mujeres a la consulta que remiten estar siempre enfadadas, de mal humor. ¿Por qué? ¿Qué situaciones de renuncia e injusticia y abnegación están viviendo?. Están, muchas veces, con un cansancio extremo o no hay placer en sus vidas, por este sacrificio.
“Yo merezco que me cuiden, que me ayuden, yo debo estar al nivel de las necesidades de mi familia y los demás”. Esta frase resume lo que se llega a través del proceso terapéutico o formativo.
Cuando tenemos ratos para descansar y desconectar, para el placer y el disfrute, estamos mejor con todo el mundo y con los hijos pero, sobre todo, con nosotras mismas.
Debemos ver en el autocuidado que no sólo nos va a permitir estar mejor con los hijos, sino ver esos momentos de autocuidado como algo que merecemos, como cualquier otra persona. Merecemos descansar, momentos de ocio, descanso, disfrute…no estar siempre por y para los demás, siempre ocupadas con algo.
Los cursos de crianza se venden muy deprisa y sin dudas de inversión, aun siendo precios altos, pero cuando se propone un curso para una misma no, no pasa lo mismo.
Nos parece caprichoso, innecesario en realidad, que no es urgente, puede esperar…que quizás no merece la pena tal inversión…
Es curioso porque se ve de verdad la diferencia radical, cómo nos estamos dejando a nosotras para el final, no invertimos para nosotras, estamos en esa cultura del sacrificio, por y para los demás, quizás más modernizado hoy día pero la mujer sigue estando abnegada y vive por y para los demás.
Es esencial que poco a poco abramos espacios de reflexión, de compartir para ir validándonos nosotras, como ser humano y como persona.
Yo seguiré ofreciendo cursos y espacios para las mujeres y espero que paulatinamente vayamos interiorizando esa visión de merecimiento, esa visión de importancia por el mero hecho de ser personas. Que nos vayamos alejando de esa sensación de ser siempre el segundo plato, ser menos importante y dejarnos siempre para después y ponernos en un plano equilibrado y equitativo a los demás.
Nosotras también valemos, también lo merecemos y también somos importantes.
Aquí tienes el vídeo sobre estas reflexiones:
Mónica Serrano
Psicóloga Humanista