Criar a nuestros hijos con respeto, acompañarlos en su desarrollo, estar emocionalmente disponibles, interactuar con afecto y empatía… puede resultar complicado, pues muchos de nosotros procedemos de crianzas no respetuosas, basadas en el autoritarismo y la comunicación violenta.
Sin embargo, aún así, podemos tomar conciencia de todo ello, autogestionar nuestras emociones e interactuar con nuestros hijos con respeto, empatía y afecto con relativa facilidad y desarrollar estrategias respetuosas, distintas a las aprendidas en nuestras infancias,
La cuestión se dificulta en situaciones de estrés. Cuando estamos estresados, interpretamos los estímulos como amenazantes. Esta percepción reduce nuestro repertorio de respuesta al ataque o la huída.
El sueño de nuestros hijos puede llegar a estresarnos mucho
La falta de sueño, el excesivo cansancio es una fuente de estrés real. Cuando no descansamos suficiente nos sentimos irritables, agresivos, irascibles. Esto es así porque el cansancio nos estresa y el estrés nos genera agresividad.
Cuando se tienen hijos pequeños, la manera de dormir de éstos, marcada, muchas veces, por frecuentes despertares, puede afectar negativamente a la cantidad y la calidad de nuestro descanso. Esto nos provoca estrés, irritabilidad, ira, agresividad…
El estrés puede hacernos interpretar como potencialmente peligrosas o amenazantes situaciones que no lo son. Así, muchos padres llegan a concebir el sueño de sus hijos como un estímulo peligroso, amenazador, potencialmente dañino para ellos mismos.
El estrés nos hace reaccionar de manera agresiva
Los despertares del niño se interpretan como dañinos porque es lo que perturba el necesario descanso, promueve que al día siguiente no se rinda en el trabajo, genera malestar e, incluso, conflictos con la pareja.
Así, algunos padres y madres temen la hora de dormir, sienten un gran malestar emocional y acaban teniendo explosiones de iracomo respuesta a esa situación que perciben como potencialmente dañina (los despertares).
Acabamos pegando un grito al niño, realizando un gesto agresivo, regañándole…, con el fin de lograr eliminar el estímulo potencialmente dañino, el estímulo que perturba nuestro descanso, el despertar.
Sin embargo, esa explosión de ira no nos ayuda a lograr nuestro objetivo, si no todo lo contrario: altera más al niño y alarga la duración del despertar.
Por otra parte, más importante que lo anterior, la explosión de ira es muy negativa para el desarrollo emocional del niño, pues le genera miedo, inseguridad, sensación de indefensión… Por todo ello, es esencial gestionar las emociones que nos produce la manera de dormir de nuestros hijos.
La gestión del estrés como aspecto esencial
Conocer el desarrollo evolutivo natural del sueño infantil, analizar nuestras expectativas sobre el sueño de los niños y ponerlas en tela de juicio y tomar conciencia de nuestras necesidades es fundamental para gestionar el estrés que nos produce la manera de dormir de nuestros hijos.
Todo esto nos permitirá desarrollar estrategias de gestión de los despertares adecuadas tanto para nuestros como para nosotros mismos.
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Sueño infantil, colecho, despertares nocturnos y las emociones de padres e hijos en este proceso evolutivo.
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Mónica Serrano Muñoz
Psicóloga especializada en Maternidad y Crianza Respetuosa
Mónica Serrano Muñoz
Psicóloga especializada en Maternidad y Crianza Respetuosa
Col. Núm. M26931
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