El consejo, especialmente si no ha sido solicitado, puede interpretarse como un juicio negativo, pues señala, de alguna manera, una carencia de la otra persona que se presupone que si sigue el contenido del consejo, podrá compensar o corregir.
Dar consejos no pedidos es atrevido y poco empático, puede resultar ofensivo y, generalmente, empobrece la sensación de capacidad y seguridad de quien lo recibe.
La persona que ofrece un consejo que no ha sido solicitado está invadiendo el espacio emocional y psicológico del otro, está traspasando el límite de la intimidad del otro.
Por ello, es importante reflexionar sobre la posibilidad de poner un límite ante un consejo no pedido, preservar nuestra intimidad y evitar entrar en la dinámica defensiva de dar explicaciones para protegernos, porque eso iría en contra del objetivo de preservar nuestra intimidad.
Mónica Serrano
Psicóloga Humanista