Desde que nacen, acompañamos y ayudamos a nuestros bebés en todas sus actividades. En su alimentación, aseo, juegos, de paseo, mientras exploran su entorno… Los bebés están supervisados y guiados por su adulto cuidador en todo momento.
Sin embargo, está muy generalizado dejar a los bebés que duerman solos (es más, muchas veces tratamos de obligarlos) dando por hecho que para dormir es la única actividad para la que no necesitan estar acompañados.
Cuando practicamos el colecho, estamos continuado de manera natural el acompañamiento al bebé en las actividades de su vida diaria. Acompañamos al bebé también mientras duerme. Su sueño es supervisado, como el resto de actividades.
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Sueño infantil, colecho, despertares nocturnos y las emociones de padres e hijos en este proceso evolutivo.
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Aunque el colecho es un tema controvertido, que suscita mucha discusión, es una realidad que el tiempo que padres e hijos comparten mientras duermen es un tiempo de calidad en el que están juntos.
Los padres que colechan con sus bebés suelen decir que esas horas de sueño junto a su bebé son muy importantes para ellos, pues les aporta mucho bienestar a todos los miembros de la familia.
Especialmente, los padres que pasan muchas horas durante el día separados de sus hijos por el trabajo afirman que aprovechan las horas de sueño y descanso para estar junto a sus hijos, evitando prolongar el tiempo de separación. En cierta manera, así compensan el tiempo prolongado que pasan separados a lo largo del día.
Realmente, los adultos dedicamos una media de 8 horas diarias al descanso nocturno. Es una tercera parte del día. Otras 8, generalmente, las pasamos trabajando y, las 8 restantes, se reparten entre traslados de casa al trabajo y del trabajo a casa, alimentarnos y asearnos, otras obligaciones varias (ir a la compra, al médico…) y estar con nuestros hijos.
Por desgracia, nos queda muy poco tiempo cada día para dedicar a nuestros hijos. Por ello, muchos padres aprovechan las 8 horas dedicadas al descanso para compartir con sus pequeños. Así están incrementando mucho el tiempo que comparten.
Así, el colecho permite pasar más tiempo juntos a padres e hijos, lo cual resulta muy beneficioso a nivel emocional para toda la familia. Tanto los padres como los bebés compensan, en cierta medida, todo el tiempo que pasan separados durante la jornada laboral y evitan prolongar la separación también durante la noche.