El nivel de desarrollo cognitivo de los niños pequeños es, evidentemente, muy distinto al de los adultos. Asimismo, sus habilidades de pensamiento también lo son.
Su neocórtex (el área del cerebro encargada de las funciones relacionadas con el razonamiento) está en desarrollo; de hecho, es la parte del cerebro que termina de madurar más tarde.
Por ello, muchas de las estrategias cognitivas que utilizamos los adultos son inalcanzables durante la infancia.
Por otra parte, las tendencias de pensamiento de los niños también están en formación y aprenderán, en buena medida, esquemas de pensamiento por observación e imitación de otros, especialmente de sus padres.
De este modo, los niños irán interiorizando la manera que nosotros tenemos de interpretar o explicar los acontecimientos, aprenderán nuestros sesgos cognitivos y, también, nuestra tendencia al optimismo o al pesimismo.
Por esto, si deseamos potenciar la capacidad de ser optimistas y felices en nuestros hijos, resulta esencial la re-evaluación de nuestros esquemas mentales, de nuestras interpretaciones y estilo explicativo.
Esto requiere una intensa labor de autoconocimiento, análisis personal y trabajo para el ajuste positivo de nuestras tendencias de pensamiento.
Sin embargo, existen algunas acciones más sencillas que sentarán las bases del pensamiento positivo en los niños y que pueden llevarse a cabo sin dificultad:
1. Potencia la capacidad de disfrute de tus hijos.
Los niños tienen múltiples intereses naturales, una orientación innata al juego, al desarrollo lúdico general, lo cual les permite disfrutar la mayor parte del tiempo.
Permitir y facilitar el juego es una función esencial de los padres. Potenciar y conservar espacios y tiempos para el juego es importantísimo para mantener la capacidad de disfrute de los niños.
Asimismo, es muy positivo que los padres facilitemos que los niños identifiquen las actividades y situaciones que les resulten placenteras, que decidan llevarlas a cabo y que puedan ejercitarlas.
El objetivo es que sea el propio niño el que identifique lo que le gusta y decida qué es lo que le apetece. Que se habitúe a buscar actividades placenteras y llevarlas a cabo, y que esta búsqueda o selección sea consciente.
2. Establece momentos concretos para practicar el pensamiento positivo.
Como vimos en un post anterior, el sesgo negativo es una tendencia cognitiva del ser humano. Para compensarla, es necesario focalizar el pensamiento en situaciones positivas de manera consciente.
Para ello, resulta muy útil establecer con los niños la rutina de compartir los acontecimientos agradables de cada día con el resto de la familia. Así, podemos designar un momento de cada día para comentar los acontecimientos agradables que cada miembro de la familia ha experimentado.
3. Evita el catastrofismo.
El pensamiento catastrófico es el que se caracteriza por anticipar consecuencias espantosas a los acontecimientos, valorar las situaciones de manera negativa de una forma generalizada e irreversible, magnificando los aspectos negativos de las circunstancias.
Es un pensamiento del tipo “todo o nada”, “nunca o siempre”, “¡no puedo soportarlo!”, etc. Es un pensamiento inflexible, extremo y terrible.
Cuando hacemos comentariosde este tipo delante de nuestros hijos, estamos potenciando su construcción mental de la realidad de manera catastrofista.
Así, es importante evitar este tipo de comentarios, especialmente delante de los niños.
4. Transmítele que es capaz de lograr sus objetivos.
La percepción de propia competencia es un aspecto esencial del pensamiento optimista y positivo.
El sentido de la competencia personal es la sensación del niño de propia capacidad para intervenir en su entorno en dirección a resolver problemas y lograr los propios objetivos.
Este sentido de competencia personal está estrechamente relacionado con la motivación de eficacia que, en palabras de Mª José Díaz-Aguado, Catedrática de Psicología de la Educación, se define como “la motivación para actuar sobre el ambiente que nos rodea y se desarrolla como consecuencia de las experiencias de éxito. El individuo con sentido de autoeficacia se considera a sí mismo dueño de su propio destino y adopta una actitud activa y segura ante las dificultades que encuentra, adquiriendo así las habilidades necesarias para resolverlas. Como consecuencia de este proceso experimenta una motivación intrínseca por la superación de las dificultades, motivación que en el ámbito cognitivo se manifiesta como curiosidad, deseo de aprender y motivación de logro.
El sentido de la competencia personal puede fomentarse permitiendo al niño enfrentarse a retos asumibles. También se puede potenciar ayudando al niño a que haga las cosas él solo, a que desarrolle su autonomía progresivamente.
Asimismo, puede potenciarse permitiendo al niño tomar decisiones y posibilitándole experiencias de éxito.
5. Ayúdale a tomar conciencia de sus cualidades.
El sesgo negativo está también presente en la manera en que valoramos, analizamos o definimos a nuestros hijos.
Seguramente, a nadie le extrañará la frase “Ha sacado buenas notas en todo, pero ha suspendido las matemáticas” como comienzo de todo un discurso centrado en el suspenso en matemáticas del niño en cuestión. También comentarios del tipo “Duerme bien y habla de maravilla pero come fatal” como introducción a un relato sobre las dificultades en los hábitos de alimentación de la niña.
Solemos dar mucho más peso a las dificultades y/o debilidades de nuestros hijos que a sus fortalezas y/o cualidades.
En la crianza de los hijos, este sesgo negativo es dañino para los padres, pero lo es más, incluso, para los hijos.
Por ello, es importante hacer un esfuerzo por poner el foco en las fortalezas, en las cualidades de nuestros hijos y observarlos desde esta perspectiva.
Debemos hacer un análisis sobre lo que más nos gusta de nuestros hijos, sobre lo que se les da bien, sobre los logros que alcanzan y las dificultades que van superando.
Estos 5 consejos pueden ser un adecuado punto de partida para potenciar el optimismo y la capacidad de ser feliz en nuestros hijos.