Los primeros meses de vida del bebé suelen ser complicados para los padres. Es en estos meses cuando los padres y el bebé han de adaptarse a la nueva situación, conocerse mutuamente, aprender a relacionarse entre sí…
Antes del tercer mes de vida, el sistema emocional de los bebés es muy inmaduro. Los bebés pequeños (menores de 3 meses) no poseen apenas estrategias para regular sus estados emocionales básicos.
Por ello es muy frecuente que los bebés de, aproximadamente, 0 a 3 meses lloren y sus padres no consigan calmarles. Los padres prueban con un variado repertorio de respuestas (tomarlo en brazos, ofrecerle el pecho, abrigarlo si hace frío, desabrigarlo si hace calor, cambiarlo de postura, ponerle un pañal limpio, etc.), pero ninguna de estas acciones parece surtir efecto. Esta situación suele ser muy desesperante para los padres, que no saben qué le pasa a su bebé y cómo hacer para calmarlo.
En estos casos, el portabebés suele ser de gran ayuda. Cuando se sitúa al bebé en el portabebés (en estas edades es muy recomendable el fular), el estrecho contacto con su madre o padre tiene un efecto muy tranquilizador para el pequeño. Además, el movimiento que experimenta el bebé en el potabebés es muy relajante.
La mayoría de padres que han probado a poner a sus bebés en el portabebés en momentos de mucho desconsuelo saben que es un método eficaz para ayudar al pequeño a tranquilizarse.
Estar en el portabebés aporta un gran bienestar a los bebés, lo cual incide muy positivamente en todos los ámbitos de su vida y de la de sus padres.