La mayor parte de las personas tienen como objetivo vital ser felices. Aunque no sean conscientes de ello, ése es el objetivo último de casi todos.
Algunas personas pueden considerar que su objetivo en la vida es tener mucho dinero, ser muy culto, tener muchos amigos, encontrar el amor, estar sano, etc. Pero todos estos logros no son más que los caminos que cada persona cree que le llevarán a ser feliz.
De este modo, la felicidad se convierte en la meta de la vida de casi todas las personas, aunque cada uno tengamos diferentes ideas sobre cómo conseguirla.
Pero, ¿qué es la felicidad? La felicidad es un sentimiento con cierto carácter permanente que hace alusión al estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha. La felicidad es la sensación de bienestar emocional mantenida en el tiempo.
Felicidad es placer, felicidad es bienestar, felicidad es satisfacción y optimismo, y cada persona tiene diferentes vehículos para alcanzarla en función de su carácter propio. Habilidades relacionadas con la asertividad, la resiliencia, la capacidad de resolución de conflictos o la creatividad están muy relacionadas con la felicidad.
La capacidad de amar y ser amado, de establecer vínculos positivos y duraderos con otras personas, la autovaloración y la autoestima también tienen una estrecha relación con la felicidad.
Entonces, ¿se puede potenciar la felicidad de las personas? La respuesta es sí. Cuando somos capaces de gestionar y transformar nuestras circunstancias vitales para hacerlas más acordes con nuestras necesidades, gustos y preferencias personales, podemos aumentar nuestra sensación de felicidad.
Sin embargo, lo óptimo sería dotar a la persona, desde su infancia, de las habilidades que le permitan la gestión de su propia vida para poder lograr ser feliz.
Si permitimos al niño desarrollar su asertividad, su capacidad de tomar decisiones, su creatividad, su percepción de autoeficacia, le acompañamos en el desarrollo de habilidades sociales y de estrategias de resolución de conflictos y le transmitimos un amor incondicional, estaremos potenciando su capacidad de ser feliz.
No podemos evitar el sufrimiento de la vida de nuestros hijos, pero sí su capacidad de superarlo y alcanzar la felicidad.
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Mónica Serrano Muñoz
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