Foto de Charo Guijarro. http://Charoguijarro.com/
Si lo pensamos con sinceridad, a veces hablamos a nuestros hijos peor que a nadie. Muchas veces, nos sorprendemos utilizando un tono muy despectivo, un mensaje totalmente carente de empatía, un reproche directo… que jamás dirigiríamos a otras personas.
Habitualmente somos cuidadosas en la manera en que nos comunicamos con otras personas. Tratamos de no ser ofensivos, de agradar con nuestra forma de decir las cosas, de ser discretas y constructivas a la hora de hacer una crítica… Sin embargo, cuando se trata de nuestros hijos, esto a veces se nos olvida.
Esto, analizado en frío, resulta del todo absurdo. ¿Cómo somos capaces de comunicarnos con respeto con casi todo el mundo y perder el respeto cuando se trata de nuestros hijos?
Obviamente, nuestros hijos son los seres a quienes más queremos. Entonces, ¿por qué perdemos el respeto con ellos?
Muchos adultos se sienten muypoco capaces de evitar estas interacciones comunicativas tan negativas con sus hijos, aunque a la mayoría les gustaría tener una comunicación más respetuosa con sus hijos.
Esta dificultad para gestionar positivamente la comunicación con los hijos tiene su origen en varios factores. Tomar conciencia sobre los mismos es el primer paso para mejorar la comunicación entre padres e hijos.
Los orígenes de la comunicación poco respetuosa con los hijos
Uno de los orígenes de estas dinámicas poco respetuosas de comunicación entre padres e hijos es el modelo de referencia parental que los padres de hoy tenemos.
A la mayoría de nosotros nos criaron con una base de comunicación autoritaria, poco empática y poco respetuosa.
Sobre ese modelo construimos la manera en que nos comunicamos con nuestros hijos. Romper con el referente es complicado, pero no imposible.
Otro de los orígenes de la comunicación no respetuosa es el referente social. La sociedad, desde los medios de comunicación, suele transmitir un modelo de comunicación poco respetuoso hacia los niños. La televisión, el cine o la publicidad son una buena muestra de ello.
Este referente social normaliza tratos irrespetuosos hacia los niños.
Por otra parte, la agresividad general del entorno en que vivimos, en el que muchos tienen un ritmo de vida macado por el estrés, en sistemas en que se siente muy presionados y amenazados, hace que reaccionemos agresivamente con más facilidad.
Así, la manera en que fuimos criados, el entorno social y nuestras condiciones de vida no nos ayudan demasiado en la comunicación respetuosa con nuestros hijos.
Sin embargo, la comunicación entre padres e hijos es la base de la confianza entre ambos, influye enormemente en el desarrollo de la autoestima y la seguridad en sí mismos de los niños y marca la manera de resolver conflictos, de afrontar retos y pedir ayuda en los pequeños, entre otras muchas habilidades.
Por ello es tan importante que tratemos de positivizar la comunicación con nuestros hijos y priorizar el respeto y las muestras de afecto en ella.
Si quieres recibir herramientas que te permitan mejorar la manera en que te comunicas con tus hijos, recomiendo: