Estamos poniendo la autoestima siempre en el futuro, la estamos colocando todo el tiempo en un futuro que no llega.
“Me podré querer a mí misma cuando adelgace, me querré cuando deje de pelearme constantemente con mi pareja, podré quererme cuando encuentre pareja, o cuando gane más dinero, o encuentre un buen trabajo, o me compre una casa, o cuando me saque la titulación para la que estoy estudiando…”
Ponemos condiciones a la autoestima, al sentimiento de amor a nosotras mismas, a circunstancias, requisitos, exigencias, que no llegan a cumplirse. Vamos colocando en el futuro el permiso a querernos a nosotras mismas, a tratarnos bien, porque las condiciones nunca se cumplen del todo.
Podemos ir logrando algunas de las condiciones pero van surgiendo otras siempre. Así el amor a una misma siempre queda para después, para el futuro.
El presente es la negación del amor a una misma, porque nos sentimos en falta. Sentimos que fallamos, que tenemos carencias que hacen que sea imposible que nos amemos a nosotras mismas.
¿Por qué? Porque hemos condicionado la autoestima a criterios sociales, cada una de la sociedad en la que vive. En la sociedad occidental son criterios asociados a la productividad, a la economía capitalista y a una serie de estándares que mantienen los privilegios de unos pocos.
Son criterios asociados a la hiperproductividad, a cánones de belleza inalcanzables, al sobreesfuerzo, al consumo, a la sumisión de las mujeres, que van “educando” a la persona para convertirse en una buena ciudadana de la sociedad capitalista occidental, heteropatriarcal, homófoba y racista.
Entonces se va moldeando violentamente a las personas, a través de una serie de criterios, de expectativas de calidad, muy fuerte y muy agresiva, que la persona asume como propias y se pone como condición para el amor a sí misma, para la autoestima incondicional.
Así nunca llega a amarse, nunca llega a valorarse ni a aceptarse, porque esas condiciones que la sociedad impone para el amor a una misma, son inalcanzables. Estamos siempre suspendidas en la espera a querernos en un futuro, que nunca llega.
En la crianza de los hijos y en la maternidad hemos reflexionado mucho conjuntamente. Hemos difundido, divulgado y revolucionado la manera de entender la crianza, precisamente para poder conectar con los niños, para poder aceptar incondicionalmente a los niños, para reducir la exigencia, para rebajar las expectativas y aceptar a los niños sin condiciones.
Sin embargo, con nosotras, aún no lo hemos hecho.
Lo hemos hecho con los niños, en la crianza, en la maternidad pero con nosotras todavía falta mucho.
Nos exigimos exageradamente, nos condicionamos, nos tratamos muy mal a nosotras mismas, porque hemos interiorizado toda esta violencia social, que está por todas partes y siempre hemos vivido.
Igual que hemos revolucionado los conceptos de crianza y hemos construido tratos empoderantes, respetuosos y humanizados con los niños; es indispensable que lo hagamos con nosotras mismas, con las madres, con las mujeres en general.
Que empecemos a reflexionar. Que empecemos a darle entidad, a darle soporte y fuerza a un trato respetuoso, a un amor incondicional, a una aceptación incondicional a nosotras mismas.
Estamos trabajando mucho por los buenos tratos a la infancia y hay que equilibrarlo y darle fuerza desde los buenos tratos a una misma.
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Mónica Serrano
Psicóloga Humanista