El sentimiento de culpa es un sentimiento conectado con nuestra parte más infantil, vulnerable, asustada, que necesita atención y cariño de su adulta de referencia para sobrevivir.
En un inicio, la niña asustada necesitaba la aprobación y el amor de su madre o su padre, pero en la edad adulta, ¿quién es nuestra adulta de referencia, cuya aprobación, amor y atención necesitamos?
Esta pregunta es clave en el trabajo interior para el bienestar emocional en general y para el sentimiento de culpa.
¿Por quién necesitamos ser aprobadas, atendidas, sostenidas en nuestra parte más vulnerable?
La pareja, compañeras de trabajo, amigas, la madre, el padre, los hijos, los vecinos, los colegas, el colectivo… son algunos de los ejemplos de personas cuya aprobación necesitamos y con las que no percibimos incondicionalidad.
En segundo lugar, es importante preguntarnos de qué manera estamos viviendo esta necesidad de aprobación. La necesidad de aprobación en principio sería sana y natural, pero muchas veces las experimentamos de una manera tóxica, con presencia de violencia emocional.
Normalmente, las interacciones que llevan sentimiento de culpa asociada, suelen estar experimentándose de una manera violenta.
En tercer lugar, es esencial que identifiquemos nuestra parte más adulta como la nueva adulta de referencia en nuestra vida para esa parte vulnerable que necesita aprobación, atención y cuidados. Darnos ese sostén personal reconociendo nuestra parte adulta sostenedora y trabajando sobre ella es esencial.
Tras el reconocimiento de esa parte adulta, puede haber un trabajo de transformación hacia la amabilidad y la compasión, conectando con un aspecto empático y respetuoso de esa parte adulta, validando su criterio y redescubriendo su fortaleza. Como adultas, nuestro referente, nuestro sostén, nuestra orientación procede de nosotras mismas si logramos conectar con esa parte adulta compasiva y empática, reconociendo después la necesidad de pertenencia, apoyo y conexión con otras personas adultas importantes en nuestra vida.
Pero el referente básico es cada una para sí, y desde ese lugar puede equilibrarse el resto de relaciones significativas. La infantilización histórica de la mujer nos ha llevado a una fuerte desconexión de esa parte adulta, empoderada y orientada, dejándonos muchas veces enfocadas en la necesidad de aprobación y dirección de otras adultas.
El trabajo de empoderamiento y salud emocional tiene mucho que ver con la reconexión con esta parte adulta propia.El sentimiento de culpa está muy ligado a ésto, pues se sustenta en el juicio externo (introyectado o no).
Si reconectamos con nuestro propio criterio y sostén, iremos dejando la culpa para dar paso a una vivencia basada en la responsabilidad.
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Mónica Serrano
Psicóloga Humanista