Los dos primeros años de vida se configuran como un intenso recorrido hacia el propio dominio y la auto-superación. Los bebés, en esta etapa, tienen sus primeras experiencias de éxito y de fracaso que conformarán la tendencia personal del individuo a enfrentarse a los retoscon los que se encontrará en su día a día.
Como demostró Hebb, los caminos neuronales que más se repiten tienden a marcarse y reproducirse en el futuro. Es desarrollo cerebral es dependiente de la experiencia.
Así, los dos primeros años de vida constituyen la base del desarrollo del sentido de la competencia personal. El sentido de la competencia personal es la sensación del niño de propia capacidad para intervenir en su entorno en dirección a resolver problemas y lograr los propios objetivos.
Este sentido de competencia personal está estrechamente relacionado con la motivación de eficacia que, en palabras de Mª José Díaz-Aguado, Catedrática de Psicología de la Educación, se define como “la motivación para actuar sobre el ambiente que nos rodea y se desarrolla como consecuencia de las experiencias de éxito. El individuo con sentido de autoeficacia se considera a sí mismo dueño de su propio destino y adopta una actitud activa y segura ante las dificultades que encuentra, adquiriendo así las habilidades necesarias para resolverlas. Como consecuencia de este proceso experimenta una motivación intrínseca por la superación de las dificultades, motivación que en el ámbito cognitivo se manifiesta como curiosidad, deseo de aprender y motivación de logro.
Ambos conceptos (sensación de competencia personal y motivación de eficacia) son dos construcciones de la personalidad relacionados con aspectos fundamentales en muchos ámbitos de la vida, como:
– La manera de enfrentarse a los problemas: el niño con un sentido positivo de competencia personal se enfrentará a los retos con expectativas de éxito, lo cual le motivará a esforzarse por superarlos.
– La gestión de los conflictos personales: el niño con un sentido positivo de competencia personal buscará distintas estrategias hasta lograr resolver los conflictos. Su sensación de capacidad personal le permitirá perseverar en la búsqueda de soluciones.
– La percepción del niño sobre su propia vida: el niño con un sentido positivo de competencia personal percibirá su vida en general desde un enfoque optimista, basado en la sensación de capacidad de superar los problemas y lograr éxito personal.
– La percepción de sí mismo: el niño con un sentido positivo de competencia personal construirá su autoconcepto y su autoestima desde una visión positiva de sí mismo.
– La capacidad de tomar decisiones y confiar en su propio criterio: el niño con un sentido positivo de competencia personal se sentirá capaz de tomar decisiones acertadas y confiará en su propio criterio, pues se percibirá como dotado de recursos y estrategias para lograr lo que necesite.
La base de la sensación de competencia personal se asienta durante los dos primeros años de vida y sigue desarrollándose a lo largo de toda la infancia. Es un constructo aprendido, por lo que, además, puede transformarse a lo largo de toda la vida. El trabajo personal del adulto puede ser una manera de lograrlo.
No obstante, el papel de las madres y los padres es esencial en cuanto a la construcción de la sensación de competencia personal de los hijos. También lo es el papel de maestras, educadoras y acompañantes.
La disponibilidad emocional y la respuesta a la demanda de los niños, así como la facilitación de que los niños se enfrenten a retos que potencialmente puedan asumir, logren alcanzar los objetivos que se plantean por sí mismos y desarrollen sus habilidades de autonomía desde el respeto a su ritmo personal y su propia capacidad son clave para facilitar que los niños puedan desarrollar su sensación de competencia personal.
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