Muchas veces, por no ofender o molestar a los demás, nos comportamos de una manera que nos hace daño a nosotras mismas. No decimos lo que pensamos, no ponemos un límite, damos la razón al otro u ocultamos nuestros sentimientos reales para no molestarle o, más realmente, para no poner en peligro la imagen que esa persona tiene de nosotras.
Cuando actuamos “para quedar bien”, en realidad estamos tratando de que esa imagen que tienen de nosotras no se vea dañada, para que nadie piense que somos bordes, ignorantes, egoístas, malas…
La necesidad natural de ser aceptadas por el grupo nos impulsa a tratar de gustar a los demás, pero cuando lo hacemos por encima de nuestro bienestar y nuestra tranquilidad, resulta tóxico y autolesivo.
Mostrarse como cada una es, de manera honesta, en determinadas relaciones interpersonales, asusta por la anticipación de juicio por parte de la otra persona.
Sin embargo, comportarse de manera complaciente, sin poner límites, yendo en contra de los propios deseos y necesidades para que la imagen que el otro tiene de mí no se vea dañada, es una carga muy pesada. Es ponerse en una situación de riesgo, pues se deja de lado el cuidado del propio bienestar, es una traición a una misma.
Es muy difícil establecer relaciones sanas, honestas y respetuosas en un mundo tan violento como el que vivimos.
Mónica Serrano Muñoz
Psicóloga especializada en Maternidad y Crianza Respetuosa
Formación online de expertas en acompañamiento a la maternidad consciente y la crianza respetuosa. Asesoras de maternidad
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