En España tenemos la costumbre de introducir los alimentos complementarios a los bebés a base de triturados (papillas, purés…). La idea de hacerlo así es evitar que el bebé se atragante y controlar qué cantidad come.
Esta costumbre está tan arraigada en nuestra cultura que, muchas veces, ni si quiera nos planteamos que pueda hacerse de otra manera. A nosotros nos daban purés, a nuestros hermanos pequeños también, a nuestros sobrinos, a los hijos de nuestros amigos… entonces “¿cómo va a existir otra manera de introducir los alimentos complementarios en la dieta del bebé?”.
Pues bien, sí existe otra manera. Se trata del baby-led weaning. Este término, que traducido al castellano sería alimentación complementaria a demanda, se utiliza para denominar la manera que se introducen los alimentos complementarios en los países anglosajones y en algunas culturas no occidentales.
Esta forma de introducir los alimentos complementarios evita los triturados, pues parte de la base de que los bebés de 6 meses son capaces de coger los alimentos con sus dedos, llevárselos a la boca, masticarlos (con las encías) y tragarlos.
De esta manera, el bebé no sólo se va habituando a los alimentos sólidos desde el principio, si no que es capaz de adoptar un papel activo en su alimentación. Es él quien toma los alimentos, decide a qué ritmo los ingiere, cuándo ya no quiere más..
Cuando sólo se le ofrecen purés…
Sin embargo, en nuestra cultura existe una fuerte tendencia a ofrecer sólo purés a los bebés hasta más allá del primer año de vida. Las madres creen que si les dan puré ellas podrán controlar mejor lo que han comido. Además, así evitan la posibilidad de que el niño se atragante.
Pero cuando sólo se ofrecen purés al bebé se puede estarse propiciando, en cierto modo, la aparición de algún tipo de problema. Cuando el bebé toma los alimentos mezclados, triturados, no puede diferenciar sabores ni texturas. Esto puede contituir una dificultad posterior para aceptar nuevos alimentos.
Asímismo, el bebé disfruta más cuando puede participar en su propia alimentación tomando los trocitos con sus manos, explorando los alimentos, manipulándolos, que cuando recibe pasivamente el alimento triturado a cucharadas.
Además, el bebé ha de aprender a masticar, a tragar, a evitar atragantamientos por sí mismo o a superarlos en caso de que se produzcan (tosiendo y expulsando el trozo atragantado o tragándoselo). Si no se le da la oportunidad de ello, cuando sea un poco más mayor y se comiencen a ofrecer los alimentos en su presentación sólida, el niño puede experimentar rechazo o mucha dificultad para deglutirlos.
Por otra parte, la masticación es esencial para el desarrollo de los músculos bucoarticulatorios, que son los que participan en el ejercicio del habla. Si los niños no mastican, estarán desarrollando en menor medida estos músculos.
Por lo tanto, resulta evidente que es muy positivo para los bebés que se les ofrezca la comida en trocitos en vez de triturada. Puede comenzarse con alimentos hervidos machacados con un tenedor, para luego ir ofreciendo trocitos pequeños de alimentos blandos.
Obviamente, la asimilación de nuevos alimentos por parte del bebé es progresiva. Debe permitírsele al bebé probar, oler, tocar, degustar, hasta conocer y habituarse a nuevas texturas y sabores.